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Neuronitis Vestibular y Laberintitis

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Neuronitis vestibular y laberintitis son desórdenes que resultan a causa de una infección que inflama el oído interno o los nervios que conectan el oído interno al cerebro. La progresión de estos desórdenes es dividida en dos fases: 1) La fase aguda, durante la cual se pueden desarrollar mareos severos que ocurren de forma abrupta, y 2) la fase crónica, durante la cual algunas personas están completamente libre de síntomas mientras otros sufren de mareos crónicos si el nervio vestibular ha sufrido daño. No existe una prueba diagnóstica específica para diagnosticar neuronitis vestibular o laberintitis. El tratamiento es basado en la fase y la severidad del daño.

Neuronitis vestibular y laberintitis son desórdenes que resultan a causa de una infección que inflama el oído interno o los nervios que conecta el oído interno al cerebro. Esta inflamación interrumpe la transmisión de la información sensorial del oído al cerebro. Vértigo, mareos y dificultades en mantener el balance, problemas visuales y de la audición pueden ocurrir. 

Las infecciones del oído interno son usualmente virales; menos común, a causa bacteriana. Estas infecciones del oído interno no son lo mismo que las infecciones del oído medio, que son el tipo de infecciones bacterianas comunes en la infancia que afectan el área alrededor del tímpano.

Estructura y función del oído interno

El oído interno consiste en un sistema de tubos y sacos llenos de líquido llamado el laberinto. El laberinto tiene dos funciones: audición y mantener el cuerpo en balance.

La función auditiva involucra la cóclea, un tubo en forma de caracol lleno de fluidos y terminaciones nerviosas sensibles que transmiten señales de sonido al cerebro.

La función de equilibrio involucra los órganos vestibulares. El líquido y las células ciliadas en los tres canales semicirculares en forma de bucle y el utrículo y sáculo en forma de saco proporcionan al cerebro información sobre el movimiento de la cabeza. Las señales viajan desde el laberinto al cerebro a través del nervio vestibulococlear (el octavo nervio craneal), que tiene dos ramas. Una rama (el nervio coclear) transmite mensajes desde el órgano auditivo, mientras que la otra (el nervio vestibular) transmite mensajes desde los órganos del equilibrio.

El cerebro integra señales de equilibrio enviadas a través del nervio vestibular desde le oído derecho y el oído izquierdo. Cuando un lado está infectado, envía señales defectuosas. Por lo tanto, el cerebro recibe información no coincidente, lo que resulta en mareos o vértigo.

La neuritis (inflamación del nervio) afecta la rama asociada con el equilibrio, lo que provoca mareos o vértigo, pero no cambios en la audición. También se utiliza el término neuronitis (daño a las neuronas sensoriales del ganglio vestibular).

La laberintitis (inflamación del laberinto) se produce cuando una infección afecta a ambas ramas del nervio vestibulococlear, lo que provoca cambios en la audición, así como mareos o vértigo.

Infecciones bacterianas y virales

Las infecciones del oído interno que causan neuritis vestibular o laberintitis suelen ser virales más que bacterianas. Aunque los síntomas de las infecciones bacterianas y virales pueden ser similares, los tratamientos son muy diferentes, por lo que es esencial un diagnóstico adecuado por parte de un médico.

Bacteriana

En la laberintitis serosa, las bacterias que han infectado el oído medio o el hueso que rodea el oído interno producen toxinas que invaden el oído interno a través de las ventanas oval o redonda e inflaman la cóclea, el sistema vestibular o ambos. La laberintitis serosa suele ser el resultado de infecciones crónicas del oído medio no tratadas (otitis media crónica) y se caracteriza por síntomas sutiles o leves.

Menos frecuente es la laberintitis supurativa, en la que los propios organismos bacterianos invaden el laberinto. La infección se origina en el oído medio o en el líquido cefalorraquídeo, debido a una meningitis bacteriana. Las bacterias pueden ingresar al oído interno a través del acueducto coclear o del canal auditivo interno, o a través de una fístula (abertura anormal) en el canal semicircular horizontal.

Viral

Las infecciones virales del oído interno son más comunes que las bacterianas, pero se sabe menos sobre ellas. Una infección viral del oído interno puede ser el resultado de una enfermedad viral sistémica (que afecta al resto del cuerpo, como la mononucleosis infecciosa o el sarampión); o bien, la infección puede estar confinada al laberinto o al nervio vestibulococlear. Por lo general, solo se ve afectado un oído. Algunos de los virus que se han asociado con la neuritis vestibular o laberintitis incluyen los virus del herpes (como los que causan el herpes labial o la varicela y el herpes zóster), influenza, sarampión, rubéola, paperas, polio, hepatitis y Epstein-Barr. Pueden estar involucrados otros virus que aún no se han identificado debido a las dificultades para tomar muestras del laberinto sin destruirlo. Debido a que la infección del oído interno generalmente es causada por un virus, puede seguir su curso y luego permanecer latente en el nervio solo para reaparecer en cualquier momento. Actualmente no hay forma de predecir si volverá o no.

Síntomas y aparición de neuritis viral o laberintitis

Los síntomas de la neuritis viral pueden ser leves o graves, y van desde un ligero mareo hasta una violenta sensación de dar vueltas (vértigo). También pueden incluir náuseas, vómitos, inestabilidad y desequilibrio, dificultad con la visión y problemas de concentración. A veces, los síntomas pueden ser tan graves que afectan la capacidad para ponerse de pie o caminar. La laberintitis viral puede producir los mismos síntomas, junto con tinnitus (zumbidos o ruidos en el oído) y/o pérdida de la audición.

Fase aguda

El inicio de los síntomas suele ser muy repentino, con mareos intensos que se desarrollan repentinamente durante las actividades diarias de rutina. En otros casos, los síntomas están presentes al despertar por la mañana. La aparición repentina de tales síntomas puede ser muy aterradora; muchas personas van a la sala de emergencias o visitan a su médico el mismo día.

Fase crónica

Después de un período de recuperación gradual que puede durar varias semanas, algunas personas están completamente libres de síntomas. Otros tienen mareos crónicos si el virus ha dañado el nervio vestibular.

Muchas personas con neuritis crónica o laberintitis tienen dificultad para describir sus síntomas y, a menudo, se frustran porque, aunque parezcan saludables, no se sienten bien. Sin necesariamente entender la razón, pueden observar que las actividades cotidianas son fatigosas o incómodas, como caminar en una tienda, usar una computadora, estar en una multitud, pararse en la ducha con los ojos cerrados o girar la cabeza para conversar con otra persona en la mesa de la cena.

A algunas personas les resulta difícil trabajar debido a una sensación persistente de desorientación o “nebulosidad”, así como a la dificultad para concentrarse y pensar.

Diagnóstico y tratamiento

No existen pruebas específicas para diagnosticar neuritis vestibular o laberintitis. Por lo tanto, a menudo es necesario un proceso de eliminación para diagnosticar la condición. Debido a que los síntomas de un virus del oído interno a menudo se asemejan a otros problemas médicos, es necesario un examen completo para descartar otras causas de mareos, como accidente cerebro-vascular, lesión en la cabeza, enfermedad cardiovascular, alergias, efectos secundarios de medicamentos recetados o sin receta (incluyendo alcohol, tabaco, cafeína y muchas drogas ilegales), trastornos neurológicos y ansiedad.

Tratamiento durante la fase aguda

Cuando se han descartado otras enfermedades y los síntomas se han atribuido a neuritis vestibular o laberintitis, a menudo se prescriben medicamentos para controlar las náuseas y suprimir los mareos durante la fase aguda. Los ejemplos incluyen Benadryl (difenhidramina), Antivert (meclizina), Phenergen (clorhidrato de prometazina), Ativan (lorazepam) y Valium (diazepam). Otros medicamentos que se pueden recetar son esteroides (p. ej., prednisona), un fármaco antiviral (p. ej., aciclovir) o antibióticos (p. ej., amoxicilina) si hay una infección del oído medio. Si las náuseas han sido lo suficientemente intensas como para causar una deshidratación excesiva, se pueden administrar líquidos por vía intravenosa.

Si se trata de inmediato, muchas infecciones del oído interno no causan daños permanentes. En algunos casos, sin embargo, puede resultar en una pérdida permanente de la audición, que va desde apenas detectable hasta total. También puede ocurrir daño permanente al sistema vestibular.

El mareo posicional o VPPB (Vértigo Posicional Paroxístico Benigno) también puede ser un tipo secundario de mareo que se desarrolla a partir de una neuritis o laberintitis y puede reaparecer por sí solo de forma crónica. La laberintitis también puede causar que se desarrolle hidropesía endolinfática (fluctuaciones anormales en el líquido del oído interno llamado endolinfa) varios años después.

Pruebas y tratamiento durante la fase crónica

Si los síntomas persisten, pueden ser apropiadas más pruebas para ayudar a determinar si un trastorno vestibular diferente es, de hecho, el diagnóstico correcto, así como para identificar la ubicación específica del problema dentro del sistema vestibular. Estas pruebas adicionales generalmente incluirán un audiograma (prueba de audición); y electronistagmografía (ENG) o videonistagmografía (VNG), que pueden incluir una prueba calórica para medir cualquier diferencia entre la función de los dos lados. También se pueden sugerir potenciales evocados miogénicos vestibulares (VEMP) para detectar daño en una porción particular del nervio vestibular.

Los médicos y audiólogos revisarán los resultados de las pruebas para determinar si se ha producido un daño auditivo permanente y si los audífonos pueden ser útiles. También pueden considerar el tratamiento para el tinnitus si está presente.

Si los síntomas de mareos o desequilibrio son crónicos y persisten durante varios meses, se pueden sugerir ejercicios de rehabilitación vestibular (una forma de fisioterapia) para evaluar y volver a entrenar la capacidad del cerebro para adaptarse al desequilibrio vestibular. Por lo general, el cerebro puede adaptarse a las señales alteradas que resultan de laberintitis o neuritis en un proceso conocido como compensación. Los ejercicios de rehabilitación vestibular facilitan esta compensación.

Para desarrollar ejercicios de reentrenamiento efectivos, un fisioterapeuta evaluará qué tan bien las piernas perciben el equilibrio (es decir, brindan información propioceptiva), qué tan bien se usa el sentido de la visión para orientarse y qué tan bien funciona el oído interno para mantener el equilibrio. La evaluación también puede detectar cualquier anomalía en el centro de gravedad percibido de la persona. Como parte de la evaluación de las estrategias de equilibrio del individuo, a veces se usa una prueba llamada posturografía dinámica computarizada (CDP).

Posterior a la evaluación se desarrollan ejercicios personalizados de rehabilitación vestibular. La mayoría de estos ejercicios se pueden realizar de forma independiente en casa, aunque el terapeuta seguirá supervisando y modificando los ejercicios. Por lo general, se recomienda suspender los medicamentos supresores vestibulares durante esta terapia de ejercicios, porque los medicamentos interfieren con la capacidad del cerebro para lograr la compensación.

Los ejercicios pueden proporcionar un alivio inmediato, pero es posible que no se produzca una diferencia notable durante varias semanas. Muchas personas descubren que deben continuar con los ejercicios durante años para mantener una función óptima del oído interno, mientras que otras pueden dejar de hacer los ejercicios por completo sin experimentar más problemas. Un componente clave de una adaptación exitosa es un esfuerzo dedicado a mantenerse en movimiento, a pesar de los síntomas de mareo y desequilibrio. Sentarse o acostarse con la cabeza quieta, aunque sea más cómodo, puede prolongar o incluso impedir el proceso de adaptación.

Por Charlotte L. Shupert, PhD con las contribuciones de Bridget Kulick, PT y la Asociación de Desórdenes Vestibulares

Traducido por Dr. Jessica Pagan y Dr. Constanza Luna